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La abuela Carmen nació en un carmen

La abuela Carmen nació en un carmen La abuela Carmen nació en un Carmen. Doña Carmen López Herranz, mi abuela paterna, nació en un carmen de Granada. Un carmen   es una casa con huerta y jardín en las laderas del Albaicín o de la Alhambra. Su carmen familiar estaba situado en la antigua judería de Granada, el Realejo, en la colina de la Alhambra. Hoy día aun se puede ver al final de la calle Molinos, número 69, la preciosa baranda que rodeaba la vasta extensión del jardín y la vivienda con el anagrama labrado en piedra del escudo de la familia López   Zayas, LZ, en el conjunto que se denominaba Huerta de los Ángeles. La familia pertenecía a la alta burguesía granadina. Una familia rica e influyente en aquella sociedad de principios del siglo XX. Luis López Zayas, mi bisabuelo, fue impulsor junto al Duque de San Pedro de Galatino de la sociedad que puso en funcionamiento el tranvía de la Sierra, o de la sociedad a la que perteneció el padre de Federico García L...

Agreda, el cortijo del abuelo.

Agreda, el cortijo del abuelo. Tras la toma de Granada, el Señor de Ágreda fue beneficiado con un palacio en la ciudad, la famosa casa de Ágreda en pleno Albaicín, junto a inmensas tierras de labor en Montefrío. Tras las sucesiones y particiones que se realizaron durante los siguientes 500 años, una parte de aquellas posesiones llegó a propiedad de mi abuelo Mauricio. El Cortijo Ágreda. Para nosotros: el cortijo del abuelo. Para subir al cortijo llegábamos a la localidad de Puerto Lope por la carretera de Córdoba, donde parábamos para aprovisionarnos de buenas y gruesas hogazas de pan de horno moruno que nos durarían toda la primera semana de estancia. Después, el pan lo haría mi madre amasando y cociendo en un horno de ladrillo que había en la cocina de la vivienda.   Dejando el pueblo atrás, tomábamos un carril terrero que se internaba en aquellos cerros cuajados de olivos. Si estaba lloviendo, avanzar con el coche era misión casi imposible, pues las ruedas del Citro...

La Toribia

La Toribia La Toribia era pequeña, peluda, suave ; tan blanda por fuera, que se diría toda de algodón. “¡Que no, que no, que nooooo!” Que ese era Platero, el de Juan Ramón Jiménez. En realidad, la Toribia, nuestra Toribia, mi burra Toribia, era entrañable, grande pero manejable, blanda y mimosa, juguetona y comprensiva, gustosa y peluda de un pelo gris como el cielo de un día nublado, con ojos grandes y negros como el pozo del cortijo, con un rebuzno tan noble como el aria de una soprano sublime. El abuelo Mauricio compró a la Toribia en la feria de ganado de Íllora, para disfrute de los nietos en el verano (en realidad nosotros fuimos los únicos nietos que pudimos disfrutar del cortijo) y ayuda de acarreo para Custodio durante todo el año. La llegada de la Toribia al cortijo fue una fiesta para Pocholín, Tito y la Pitu. Sonia y Carmen eran aún proyecto de expansión familiar cuando la Toribia llegó a nuestras vidas. Yo tenía siete años… Aún tan pequeña que par...

La liria

La liria La liria era uno de los acontecimientos más esperados del verano en el Cortijo Ágreda. El cortijo de mi abuelo. Donde los García-Valdecasas medina pasábamos las vacaciones, entre encinas, castaños, olivos, nogales, pavos, gallinas, cacas de vaca, cabras, cerdos, conejos y demás bichos del campo. Todo empezaba cuando por la tarde los niños oíamos decir: “Mañana hay liria”, “mañana hay liria”… y ya sabíamos lo que nos tocaba: salir con los hijos de los caseros a cortar juncos. Mis hermanos y yo cortábamos pocos porque éramos pequeños y no sabíamos manejar las navajas como los niños del campo, como los hijos de los caseros que eran siete. El mayor de ellos, Custodio como su padre, de veinte años, el jefe de la pandilla. Volvíamos con los hatillos de juncos y los subíamos a la cámara, junto a la chimenea,   donde se sumergían en unos calderos llenos de liria. ¿Qué era la liria? Pues goma casera a base de melaza, agua, semillas y resina de los ...

Árbol genealógico de los García-Valdecasas Medina

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Chicos y chicas, el árbol de la familia hay que ampliarlo. Por arriba y por abajo.

Nombres de familia

Nombres de familia Los García-Valdecasas son aficcionados a celebrar la llegada de un nuevo "valdecasito" con el regalo de un apelativo cariñoso que lo acompañará durante toda su vida, relegando el verdadero nombre a su mero uso administrativo. El abuelo José Ignacio fue conocido por todos en su más tierna infancia como "titi", pasó en su juventud a ser "el titi" y terminó siendo "el tío titi" hasta el triste día de su muerte. No iba a ocurrir algo diferente con su descendencia. Por ello, los cinco retoños que nacieron de la abuela Pepita fueron recibiendo los sobrenombres de Pocholo, Pitu, Tito, Sonipruit y Cuqui. El mayor, José Ignacio para el mundo, para los Valdecasas fue Pocholo, Pocholín. Especialmente para el abuelo Mauricio quien siempre conservó la costumbre de hacer pintadas en los terraplenes de las carreteras. De tal forma que, antes de que pudiera lucirse el letrero de "HOLLYWOOD" en las colinas de California,...